miércoles, 31 de diciembre de 2008


El bar se pone muy triste en las fiestas. Por eso nunca me han gustado. La alegría y la frenética actividad que caracterizan al local durante todo el año se nublan de tristeza a medida q voy colocando los primeros adornos de navidad. Todo se transforma aquí. Un aire de melancolía y nostalgia recorre las mesas sin piedad y no deja títere con cabeza. Hasta el más alegre de los clientes resopla cuando no se siente observado por nadie. Y por no hablar de las lágrimas indecorosas que tiñen de negro los colorados carrillos de mis clientas.

Los recuerdos afloran en las empañadas cristaleras llenas de guirnaldas y tópicos dibujos navideños. Los cafes se vuelven más amargos y los asientos más fríos. El tiempo se para. Y acuando abres la puerta te encuentras en un sub-mundo de hiel y, sobre todo, de historias que se entrecruzan y pintan las paredes de crueles desenlaces.

Por ello, yo siempre doy mucho cariño a mi clientela en estos días, pero aunque yo me haga el fuerte, no siempre puedo serlo....

Aún así, todo tiene una parte positiva. Y es que la nochevieja me encanta. Es una noche de sueños y de proyectos, de cariño y de metas, donde todos, por fríos que sean albergan al menos un pequeño sueño en su corazón y queman al compás del humo de un cigarro todos lo agujeros negros del año que nos deja. Así que aquí, en este recóndito bar del centro de una laberíntica ciudad, damos la bienenida al nuevo año con los abrazos abiertos, siempre llenos de amor y volamos.....

2 comentarios:

Unknown dijo...

La verdad que el fin de año alegra aunque sea un poquito nada más a cualquiera, y los proyectos que te propones aun mucho más.

Unknown dijo...

si no te importa y no vuelvo a repetirlo, podrias escribirme algo en mi blog. gracias